Actualmente se habla, ya sin complejos, de que el cerebro es plástico, moldeable. Atrás quedaron las teorías que aún yo estudié en la carrera de Medicina en los 90´s, de que el sistema nervioso no podía cambiar a partir de una determinada edad crítica muy temprana. Recuerdo perfectamente, a un profesor, bastante joven por cierto, en clase de Psiquiatría, hablando sobre el origen de las enfermedades mentales, diciendo: “…por eso es tan poco probable que las personas cambien”.
Es evidente que esas palabras me impactaron, supongo que porque yo tenía la esperanza de poder cambiar. Si hubiera tomado esa frase como una certeza no habría evolucionado mucho desde entonces. Afortunadamente algo en mí sentía que eso no podía ser cierto aunque algo de efecto debió tener porque mi vocación de psiquiatra se diluyó y tal vez, de forma reactiva opté por convertirme en “cirujana barbera” y elegí una especialidad médico-quirúrgica. He de decir que el libro El Médico, de Noah Gordon, que devoré en un par de días fue lo que me decantó definitivamente por el bisturí. Pueden parecer dos extremos muy distintos, mente y materia, pero con los años he visto que no son tan dispares. Nos podemos aproximar al conocimiento, a la cura, por distintas vías pero siempre confluyen. La Ciencia nunca ha dudado de esto, es la corriente filosófica llamada cientificismo la que proclama que lo único que es real es lo que se puede pesar y medir, pero no la Ciencia.
A pesar de esta tendencia creciente en mi ambiente académico, mi interés por los procesos de transformación y cambio se mantuvo. Esto es lo que describía Moshé Feldenkrais como autoeducación. Leía libros que había por casa de meditación, de psicoanálisis, de PNL (psiconeurolingüística) una nueva corriente que emergía por entonces, de mística, filosofía oriental…estos libros eran todos de mi madre, creo que ella también quería cambiar. En un momento determinado, el desencanto con una carrera que encontraba deshumanizada junto con la situación familiar creó el caldo de cultivo propicio para que mi proceso de transformación comenzara, reacciones en cadena que una vez que empiezan solo pueden llegar hasta el final.
Como dice Moshé hubo muchos momentos de desánimo en los que creí que tal vez fuera cierto, que no era posible cambiar por mucho que una lo intentara. Tal vez una estaba “determinada” desde su infancia o incluso antes. Algo en mí me impelía sin embargo a seguir intentándolo, a seguir buscando, sin saber muy bien qué.
Este punto creo que es algo muy importante en el proceso, saber qué estamos buscando. Es cierto que la idea de búsqueda es muy romántica y diría que necesaria, humana, pero hoy me doy cuenta de que aquello que me parecía tan abstracto e indefinible, no lo era tanto. Yo necesitaba algo concreto, algo que no había tenido, que no había podido aprender, para poder realizar ese cambio que anhelaba, para poder seguir avanzando y ser cada vez más “yo misma”.
Para mí esa concreción, ese método, esa práctica que me ayudó a empezar a entender lo que me pasaba y lo que necesitaba fue el Método Feldenkrais. Por un lado fue como si todo encajara y a la vez como si todo se rompiera. Es cierto, como dice Moshé, fue un camino duro y complicado y a la vez tremendamente bello. La belleza de encontrarme conmigo misma tal y como era por primera vez y con el pánico, porque lo hubo. Cuando iluminamos con la luz de la conciencia vemos todo, lo bonito y lo no tan bonito. Pero aún eso es bello y emocionante.
Cuando me di cuenta de lo que necesitaba complementé este proceso de autoconocimiento con un proceso psicoterapéutico que me ayudó a poner palabras a procesos muy corporales y eso me ayudó a integrar y terminar de encajar las piezas.
Por supuesto fui comprendiendo cada vez mejor el trabajo y el pensamiento del Dr. Feldenkrais, de qué genialidad la suya hacernos entrar a través del movimiento, como sin darnos cuenta, de forma fácil, sencilla, placentera, como un caricia que uno se da así mismo, como esa atención que no podemos tener con nosotros y finalmente nos permitimos. Y ese permiso inicia el cambio, sí o sí. A partir de ahí seguir o no depende de cada uno, de vencer el miedo y echarle un poco de coraje. Es fundamental y deseable que alguien con un adecuado nivel de conciencia, te acompañe en el proceso, te guíe cuando dudes y te sostenga.
Este proyecto surgió como consecuencia de mi experiencia y de mi sentir, de querer mostrar a otros lo que yo había aprendido. Si sientes que esto es lo que necesitas en este momento y que mi experiencia puede ayudarte, bienvenid@.